Mi abuelo es muy guapo.
Adormilado, reposa sus manos sobre la empuñadura de su ‘gancheta’, vigilantes de la proximidad del aleteo de un gorrión.
Schhhuuhss, murmura con los ojos apretados.
Schhhhuuuhhhhssss repite mi abuelo enfadado por el revoloteo.
El gorrión se lleva el grano de uva como buitre que agarra su presa, y mi abuelo levanta la garrota como si se lo hubiera arrancado del mismo paladar.
- Ya se ha marchado yayo.- le digo.
- Pero se lo ha llevado el condenado!- Reclama con el aullido de quien siente interrumpida una merecida tregua.
Suena la bocina del furgón del panadero, y la silla de mi abuelo chirría por las baldosas deslustradas. Sale escopeteado, pero antes de que se marche en su vieja bicicleta y me arrepienta de no haberlo gritado, le susurro al viento una sola frase, una sola.
‘Mi Abuelo es muy Guapo’